EL SENTIDO DE LOS MANDAMIENTOS ES EL AMOR Y EL SERVICIO.
Iluminación: En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino (Slm- 18, 9)
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: "Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: 'Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo. No hurtarán. No mentirán ni engañarán a su prójimo. No jurarán en falso por mi nombre; eso sería profanar el nombre de su Dios. Yo soy el Señor. (Lev 19, 1- 2)-
La voluntad del Señor es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos. (Slm 18, 10)- La voluntad de Dios es el no hacer cosas malas, rechazar el mal y hacer el bien (Rm 12, 9)- La voluntad de Dios es que amemos apasionadamente el bien y que no pequemos. (1 de Jn 2, 1- 2)- Dios propone, guardar sus Mandamientos, pero no obliga, los hombres tenemos el “libre albedrio, para hacer el bien o para hacer el mal, pero de lo que hagamos somos responsables.
El que teme al Señor guarda sus Mandamientos.
No oprimas ni explotes a tu prójimo. No retengas hasta el día siguiente el salario del que trabaja para ti. No maldigas al sordo, ni pongas tropiezos ante el ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor. (Levitico 19, 11-12)-
Si tu mano te hace pecar, sácatelo; si tu ojo te hace pecar, sácatelo; si tu pie te hace pecar córtatelo; si tu lengua te hace pecar, córtatela. (Mt 5,) Los Mandamientos de Jesús están al servicio del hombre, de la familia y de la sociedad. Con la mano lo oprimes, lo golpeas, los robas y le destruyes su familia.
Que tus juicios sean justos y generosos.
No seas injusto en la sentencia, ni por favorecer al pobre ni por respeto al poderoso. Juzga con justicia a tu prójimo. No andes calumniando a los tuyos ni des testimonio contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. (Levítico 19, 13- 14)
No juzguen, no condenen, no maltraten y no maldigan; sean generosos, amables y serviciales. Que en tus juicios sean misericordiosos y compasivos como los de Jesús, el Señor. (cfr Mt 7, 1ss)-
La ley del amor es la ley de Dios.
No odies a tu hermano ni en lo secreto de tu corazón. Trata de corregirlo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengues ni guardes rencor a los hijos de tu pueblo. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor' ". (Levítico 19, 15ss)-
El que ama, corrige y reprende, por con amor, humildad y con mansedumbre. Como Jesús lo enseña: «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. (Mt 18, 15- 17)- Lo corriges con amor para que cambie de conducta, nunca para humillarlo. La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. (Slm 18, 8)
Los Mandamientos de la Ley de Dios son palabras santas, divinas y eternas, salidas de la boca de Dios para enseñar a los hombres los caminos de la rectitud, pero, el que teme al Señor, los guarda y los pone en práctica: Que te sean gratas las palabras de mi boca, y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque pues eres mi refugio y salvación. (Slm 18, 15)-
Cuando el hombre se convierte al Señor, le teme y lo ama, guarda sus Mandamientos y Dios se manifiesta en su vida (cfr Jn 14, 21) ¿Cómo se manifiesta en él? Lo llama, l atrae hacia él con cuerdas de ternura y de misericordia, lo libera, lo reconcilia, lo salva y lo santifica, realiza en él la Obra de Dios, y por el Amor Dios habita en él (cfr Jn 14, 23) Cristo habita por la fe en su corazón para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. (Ef 3, 17- 19)-
El amor es la señal que ya estamos en Dios.
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? (1 de Jn 3, 14- 17)-
El que ama a Dios y a su prójimo guarda los Mandamientos.
En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él. (1 de Jn 2, 3- 6)-
Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la Palabra que habéis escuchado. (1 de Jn 2, 7)-
El que guarda los diez Mandamientos puede guardar el Mandamiento Nuevo, el Regio, porque es de Jesús, y él fue el primero en guardarlo: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. (Jn 13, 34)- Hay que estar en la gracia de Dios y poseer el Espíritu Santo, para recordarnos lo que somos:
Habéis purificado vuestras almas, obedeciendo a la verdad, para amaros los unos a los otros sinceramente como hermanos. Amaos intensamente unos a otros con corazón puro, pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y permanente. Pues toda carne es como hierba y todo su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor; pero la Palabra del Señor permanece eternamente. Y esta es la Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros. (1 de Pe 1, 22- 25)-
Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. (1 de Jn 4, 7-9)- Dios nos amó por primero y nos envió a su Hijo Jesucristo para dar su vida por nosotros, para que también nosotros lo amemos y nos amemos unos a los otros. (1 de Jn 4, 10)-
"Dichos los que escuhan mis Palabras, las guardan y las onen en práctica" (Lc 11, 28; Lc 8, 21)-
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